jueves, 11 de febrero de 2010


El beso de la aurora.

En algunas ocasiones
la aurora
nos roba un beso por sorpresa,
pueril y traidora
nos destapa su rostro mas afable
pintado nuestros labios
de pasional carmín escarlata.
Y surcamos los bulevares
con la pletórica emanación
de un áurea que divina
acoge el trasluz de nuestra sombra.
Ahuyentando la umbría del desamparo
a cada paso, en cada esquina.
En algunas ocasiones
la aurora
un beso nos viene robando
y el sol de mediodía
con su génesis supremo
el púrpura de nuestros labios
va eclipsando.
Y mientras el día
en su cabalgata de matices
va pasando
el inclemente y gélido crepúsculo
de un amargo color cetrino
nos los va marchitando.

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