jueves, 29 de octubre de 2009

La levedad de los necios.






Olisqueando mi fracaso
las fieras depredadoras
blandiendo están a su paso
estas podridas auroras
que sucumben al ocaso.

Las alimañas me invaden
implorando las carroñas
en su terreno no horaden
yo los expurgo de roñas
así, otra victoria añaden.

Apenas queda carnaza
rapiñasteis sin precepto
el yugo de mi coraza.
Os llevasteis todo, excepto
de mi boca la mordaza.

Esa que impide os maldiga
que negar sangre doliente
es como aquel que castiga
con la cordura al demente
y al cuerdo a locura obliga.

Atesoro estas heridas.
Plasma son de mil batallas
que ya he dado por perdidas.
Tirando voy las toallas
de azabache desteñidas.

¡!Recoged estos despojos!!
acicalando arrogancias
y desde vuestros rastrojos
devorando carnes rancias
miradme bien a los ojos.

En ellos rabia inscribía
reverberando al trasluz.
La misma que percibía
mientras portaba mi cruz
y punzadas recibía.

Lamo a solas mis heridas
si queréis mas carnadura
revisad vuestras guaridas.
En su tejado hay hartura.
¿El mío? Piedras derruidas.

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